Dijo que tras el revuelo llega la calma, pero a Carlos Alcaraz, tras las nubes que cubrieron su partido ante Frances Tiafoe, llega su propia forma de revuelo: la derecha lleva su paso a cuatro patas y compite en el poder y en la miseria provocada por el Los reales que acompañan el choque ante Ugo Humbert, de 26 años y 16 años del mundo. Sin preocuparse por el ruido ni la agresión al otro lado del tejado, Alcaraz atacó la rotonda de octava como un rayo mortífero, eléctrico y definitivo ante los franceses. Es cierto, con la marca de la casa que incluye dejadas, muy buenos servicios y un juego entregado en casa. Alcaraz, nada más y nada menos.
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Wimbledon, que cumple un año más con la tradición de las fresas con truchas de temporada y con la lluvia que trastoca el horario de cada jornada, se disputa en la pista central bajo techo, y menos mal porque por unos instantes se escucha el ruido de la tormenta. Parece atenuar la sobriedad de la portada. Y está en un Alcaraz que se ha convertido en el modo de combate terrestre. Rendida también está a la altura de los encantos del murciano, es el que nos gustaría ver tras el top de Tiafoe, fruto de la invitación porque el español tiene esa capacidad de encontrar la solución al enigma en un chispazo y encenderse cuando abres la puerta de salida a la siguiente ronda.
Ante Humbert se esforzó con más ilusión, pese al principio de evitar sorpresas desagradables y la obligación de exigir más, que es la segunda semana y que debe mantener fuerzas. Como paradoja, a medida que avanzan las rondas, es Alcaraz el más fuerte. Más activo de pies, responde bien a lo que plantea el francés, que al principio se muestra bajo porque hay una bolsa asombrosa y exigente mientras se esfuerza por mejorar su forma de vestir, especialmente incisiva con servicios al valor de desahogarse en español a través de Los sueños de uno, pero los franceses se diluyen en el tumulto de quien convierte a los españoles a ritmo de partidos.
En el quinto juego, Alcaraz se hizo con el martillo. Una rotura para poner las cosas en orden, en su orden, mientras el cielo está en desorden, redobla nuestra paciencia hasta las tres de la madrugada y como la fuerza del agua que oscurece la voz del patio de la silla. Pero en Alcaraz eso es más o menos lo que hace desde el tejado para llegar, es él quien ejecuta la derecha como un rayo para llevar a Humbert hacia atrás, para evitar que haga daño con su surda, para ganar esa valentía que es característica de encontrando bien las primeras bolsas ante momentos de tensión, que los franceses aprendieron en el descanso con el 0-30 tras la rotación, y obligando a no bajar la concentración, lo que fue un tanto inoportuno, abandonó con carencias para no perder la esencia y ganar un Poco más este público eligió un nuevo ídolo.
Hay un buen despliegue de recursos por parte de los españoles, que levanta las nubes y el primer conjunto con severidad, que no hace nada ruidoso, pero que amaina. Empieza a saber “burr” para controlar el ritmo del partido y al rival. Empezar a comprender que el precio de fin de semana ocultará un poco más las flores, que se venden solas, pero cada vez más seguro de cuándo, cómo y dónde.
El vale con sus tenis de closet, es recto que desafía a los reales y es un sueño con el que se pregunta si el personal sería capaz de responderle. Humbert responde: no, no puedo igualar la velocidad con la que juega Alcaraz en esta ronda de octavos; no, no puede responder a este retorcido Alcaraz que cumple un par de pasos más con esta rotura; aquel acribillado por una voz paralela que levantó el callo y al público del asiento; que describo el set, en reposo, en 41 minutos, con un ejercicio cortante y un golpe mortal con su tiro favorito.
Con la intención de devolver la calma al partido ante los franceses, cuatro opciones de rotación en el quíntuple partido, pero son cuatro opciones que desvela un Alcaraz que también es un maestro en estos momentos: saca sus mejores cartas ante las pruebas de tensión : una correa asombrosa, una picadura directa, una sometida al rojo, y Humbert cae blanco.
Quiero intentar hacérselo llegar al francés, sin perder la esperanza de momento, pero Alcaraz se ha convertido en un excelente demoledor. Fue su primer golpe, potente y seguro, pero lo intentó una vez más el español para que, además, fuera efectivo y singular cuando el rival se lanzó en persecución del guion. Aquí reside una parte de su grandeza, la que fui comprando poco a poco en estos meses.
Lleva a Alcaraz de vuelta una y otra vez hacia donde quiere, bien mar con bolsas a 215 kilómetros por hora o escorados para matar la zona lumbar del francés, que en ocasiones intenta lanzar el balón una vez en su línea del cuerpo. Que no quiere, ni redoblar esfuerzos, el murciano, porque quiero que esté con el partido en su punto. Porque continuó la rotación de los franceses con un golpe en las dos rondas anteriores, pero quien lo entendió, claro, fue Alcaraz, y en esos momentos, cómo no, decidió todo: al descanso y con 5-4. a favor. Aquí está la otra parte de su grandeza, la que es perfecta en su presencia en lo alto. Y al llegar al siguiente set y al próximo rival, abordamos toda esta grandeza. Porque le digo a Alcaraz, son lugares que domino con el tiempo, el espacio y el tiempo: carrera y balón para llegar a un balón, carrera y balón medio para llegar a otro, un sueño desde aquí, lanzado hacia la roja ante un relevo de nervios de el rival y alguien quiere caer sobre la cabeza de Humbert. Quizás eso sea lo que viene después.
Este último punto magistral ya le deja sin embargo y sin fuerzas para los siguientes minutos; ¿Qué pasa? Humbert hace una pregunta a la catedral: ¿Qué pasó? Pásalo siempre: a pesar de los gordos, hizo español con errores y más errores; un porcentaje menor del primero (66%) y puntos con el segundo (30%), 10 faltas y gestos contrarios y enfados con su palco lo que se refleja en las filas del equipo. Un descuido que también es de Alcaraz, capaz de lo mejor y la falta de exigencia por parte del rival, así controló el encuentro en los dos primeros sets, alcanzándolo a placer. Capaz después de haber convertido este decorado y el entorno en pura anécdota y marca de la casa. Con 3-4 y 0-40 vueltas, como si te hubieras salido de la pista la hora anterior, y sigues con la lógica correcta, su lógica.
Lo que dice que el rival puede intentar ganarse el derecho a sonar, pero aquí a Alcaraz se le impone cuando quiere y cuando dice. Sí, es con 5-5, la defensa rival se vuelca, lo que delata los nervios porque tiene la vista muy cercana, que acaba con un gran saliente y una puerta muy abierta a Alcaraz, que entra por una recta a la línea para derrotar. las últimas defensas de los franceses e intentar abrirse paso con cuatro. Quizás eso sea lo que viene después.
«Jugar contra zurdos siempre es un poco complicado. Jugué en Queen’s mi primer partido contra un zurdo y aprendí un poco de estos atajos que puedo hacer. Me siento muy bien hoy, creo que juega a un alto nivel, no lo hizo». No trate de pensar que era un zurdo y use mi buen estilo”. «Este punto se hizo para ganar el segundo set… ¿Fue increíble? Intentó capturar cada punto en cada lugar que estuvo en la cancha. Tengo todas las oportunidades para estar aquí y mostrárselas al rival que tiene el mismo objetivo. «Como yo, el que voy a estar aquí soy yo. A veces estoy perdido, pero siempre lo capturaré», comentó sobre este magnífico punto del segundo set. «Antes no pensaba en los tiros que hago, los drives y los willies, me gustaban mucho, así que intentaba hacerlos en cada partido. Ahora descansé para estar al cien por cien y vi algunos partidos, pero Estaba en casa», despreció el español, pero en los cuatro, con la derecha como un rayo que atravesó la catedral.